HAY QUE REPETIR LA RECETA


No hay nada mejor que las milanesas que hacía la abuela: esas que por mas que tratemos de realizarlas o las dictemos minuciosamente a nuestras "cocineras" (ocasionales o duraderas), no hay vuelta, no salen iguales. Esto nos genera grandes frustraciones culinarias o discusiones bizantinas, que lo único que provocan son tratamientos psicológicos o contribuciones a los bolsillos de los abogados divorcistas.
Pero, de vez en cuando, y como diría nuestra prodigiosa abuela: se cruza un ángel y la química produce el milagro.
Aunque parte de ese milagro sea el ingrediente invisible del amor de la abuela al nieto, no comparable a la necesidad marital de llenarle la barriga al molesto del dorima y a la manga de desagradecidos que uno produjo.
Pero inspiración mediante y desafiando los más oscuros presagios, surge el prodigio de la sartén y se corporiza una regia pieza artística de peceto o nalga (según el bolsillo permita) que emule lo que la anciana venerable nos regalaba. Y el secreto -que no era tal- estaba en repetir la receta fielmente poniéndole esa dosis de amor y sabiduría que la Nonna repetía sistemáticamente cada vez que las hacia.

Este fin de semana en Muni se produjo una receta infalible de como vivir el rugby de forma inolvidable, así que lápiz y papel en mano que hay que repetirla.


La cosa empezó con el Barba ayudando y parando jusitito a tiempo un diluvio que presagiaba barro al por mayor y grandes cancelaciones y ausencias.
Largamos con las infantiles y su entrenamiento bien concurrido dada la meteorología imperante. Todo esto sazonado con un kiosco de la juveniles que empezaba a despedir el humito tentador de la bondiolas, chorys, colitas y patys cuyo destino seguro eran nuestra tripas, con el aporte monetario mediante y necesario.
Que un cafecito; que que rica tortita; que quién la hizo?; que para cuando la bondiola?, que me parece que se larga; que los mosquitos....etc etc eran los diálogos que se escuchaban promediando la mañana.
Al mediodía, con la pre intermedia de fondo en la cancha 1, ya la gente masticaba y los coloquios se referían a lo que ocurría en el campo de juego, a la ponderación de los alimentos consumidos y demás temas dignos de la sobremesa.
Luego fue La Intermedia la que nos calentó los garguero con un partido vibrante maravillándonos por lo bien jugado.
El llamado del árbitro a jugar nos anunció el evento principal.
15.30, puntuales, con todo el condimento del primer partido, llegó el trotecito tradicional y la entrada al campo del plantel superior marcando el inicio del partido con CASA DE PADUA.
Ya la sorpresa era algo con lo que íbamos a tener que lidiar todo el encuentro, porque la concurrencia local -y energumenal en particular- era muy generosa. La razón era que los juveniles estaban presentes debido a su kiosco. Eso genero una hinchada muy rica en cánticos que mediante correctivos literarios, a cargo de entrenadores bien intencionados, se encaminó por el buen sendero, prescindiendo de insultos y silbidos a las conversiones.

Y bajo el ángel nomas.

De repente, y como pocas veces, todo comenzó a contagiarse de una exaltación bastante movilizadora.
Había con que: 15 jugadores que desde el primer momento empezaron a dar todo lo que tenían. La hinchada que iba prendiendo de los motores, sin prisa y sin pausa, no paraba de alentar. Dos regresos de esos que uno se emociona con verlos entrar a la cancha nada mas: Rodo Broggi y el prócer viviente que estaba en boca de todos, al cual todos conocen y respetan. Desde el más chiquito de los jugadores de Muni al más veterano sabía que Juan Zaffaroni estaba de suplente listo para entrar y se preparaban para darle la ovación en cuanto pisara la cancha.
Un primer tiempo que nos regaló un tremendo try scrum que ya nos había puesto la piel de gallina, produjo la gran primera ovación..
Pero fue una infortunada tarjeta amarilla la que nos regaló el momento que todos ansíaban: Juan hacía su primera entrada temporaria.
No queremos exagerar, pero el Zaffa, Zaffa!!! fue atronador. Donde uno mirase a alguno se le piantaba una lágrima. Y Zaffa, pago con creces. LLorando -según el nos confio- empujaba en ese primer scrum, inundando la cancha de un épica bastante conmovedora.
Ahí nomas terminó el primer tiempo y nadie se movia porque el resultado era favorable a Ciudad pero no había nada cerrado.
La hinchada seguía en el entretiempo preparandose para lo se venía, que a la postre no fue moco de Pavo.
Patada del segundo tiempo, Padua empezó a presionar; con un serie de penales se puso a un punto por debajo en el score. 16 a 15 decía el tablero, pero en la cancha la cosa pintaba mas brava. Una expulsión nos dejaba con catorce para el resto y una amarilla con trece por diez interminables minutos.

Y el ángel ahí, seguía firme.

Y vuelve Zaffa y afuera Dubin y Broggi y los energumenos de la hinchada que en ese justo momento empezaron a poner el corazón en la boca y a darle ese aliento que empuja para adelante, que mete ganas y espíritu. Y el grito de Dubin que el mismo no se lo acuerda pero que sus compañeros sí, afirmando que el corazon fue el que lo produjo y no su razón; y Broggi corriendo desde el costado con el alma en cada grito para acompañarlos.

Y sí, había que desafiar a la matemática; TRECE TENÍAN QUE SER MAS QUE QUINCE.
Afuera, al ladito de uno la gente generaba un espectáculo y adentro que les vamos a contar.
Y, por fin, se venció a la matemática de tal forma que los muchachos se llevaron todo. Con trece un try, con catorce dos más.
¡¡La locura de la monada era total!!
En ese momento las lágrimas eran llanto y todo era una fiesta, que terminó con toda la hinchada en el centro de la cancha festejando con los jugadores, pasillo de honor, jugadores emocionados y muchas abrazos interminables.
Se terninaba así un sábado glorioso que quedará en el arsenal de las anécdotas de todos los presentes.

Y el ángel estaba cómodo

Por eso el domingo se quedo a tomar mate, y dejo la cancha el clima propicio para que la cosa fuera también de festejo.
Con un marco parecido, lleno de Padres y encariñados las Juveniles dieron muestras de la genética de Muni: la 15 ganó su amistoso con ST Brendans; la 17 hizo lo mismo con Daom y la 19 perdió solo por un try con San Martín.
Todas rindieron en la cancha lo aprendido en la clase especial que los mayores habían dictado el sábado.

Como la milanesas de la abuela, perfectas, soñadas.

Por eso hay que repetir la receta, porque los chicos se lo merecen, porque todo el rugby de Ciudad se lo merece.
Los ingredientes surgen de esta historia; el amor imprescindible para hacerlo, de la comunión de todos los que formamos munirugby.
Todos somos parte e ingredientes necesarios para recrear esta receta. Padres y jugadores tienen que sentirse partícipes y ayudar en las tareas, porque nadie las va a hacer por nosotros y no es justo que todo recaiga en pocas espaldas.
Si bien las metas cumplidas existen, son temporales y hasta efímeras en la vida de una comunidad. La continuidad es la única meta importante que tenemos que tener presente y que se renueva año a año. Por más logros que acumulemos la existencia es lo que esta en juego siempre. Esto nos condiciona a transitar un camino mucho más trascendente y difícil, lleno de impedimentos que hasta la propia institución -que piensa más en lo económico que en lo social- nos brinda amablemente poniendo en peligro nuestra razón de existir que es el rugby; truncando, a veces, esa comunión de voluntades que tanto nos cuesta reunir y afirmar.
Por eso todos debemos participar, repitiendo esa alquimia parecida a la de la abuela; una receta que aspiramos a repetir muchas veces, contribuyendo mínimamente en el tremendo logro que los chicos lograron en la cancha.

Receta brillante, fin de semana inolvidable.

QUE SE REPITA!!!!
COORDINACIÓN DE INFANTILES

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